Somos Tomodachi Otoño de 2017
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31Tanaka, de la cuarta generación de maestros de bonsáis de Aichi-en, fundado en 1896. “Ser aprendiz requiere un firme compromiso”, advierte Andrade. Tomando solo un día libre al mes y una semana libre al año, Andrade trabajó durante tres años en Aichi-en, regando y quitando la maleza en el vivero y en las tierras donde crecían nuevas plantas, y visitaba las casas de los clientes para ocuparse de sus árboles. Solo de noche tenía tiempo para sus propios proyectos (alambrar, podar y trasplantar árboles) y para tratar con su maestro para descubrir nuevas técnicas. Normalmente, se tarda unos cinco o seis años en completar un aprendizaje, pero Andrade solo tardó la mitad del tiempo.Andrade explica que el haber estudiado kárate en su niñez le ayudó también a acelerar el aprendizaje. “En el kárate, durante los patrones de movimientos detallados, cada parte del cuerpo debe estar en equilibrio con las otras partes. Cuando trabajo con los bonsáis, descompongo el árbol en sus elementos de ramas, troncos y raíces, aplicando el mismo principio”. Andrade añade que se entabla una relación muy personal cultivando y explotando la belleza natural de cada árbol. “El maestro Tanaka siempre me recordaba que el bonsái es una colaboración entre el hombre y la naturaleza. Todo el esfuerzo que pongas en un árbol, este te lo devolverá, poniéndose más fuerte, más bonito y más florido”.Cuando le preguntan por el aspecto más difícil de los bonsáis, Andrade explica que nada es fácil, aunque lo que más tiempo le llevó fue entender la wabi-sabi, es decir, la estética japonesa. “Dicho de forma sencilla, el arte occidental se centra en la habilidad y el impacto, y es muy ostentoso. Sin embargo, la estética japonesa se centra en aceptar lo transitorio y encontrar la belleza en la imperfección. Llegué a entenderlo gradualmente gracias a mi vida diaria en Japón, observando la arquitectura y jardinería tradicionales”. Andrade afirma: “Los mejores bonsáis transmiten una paz de espíritu”.Actualmente, Andrade viaja por todo el mundo para demostrar el arte de la modelación de árboles. Incluso llegó a hacer una demostración con el maestro Tanaka en el escenario ante amantes de los bonsáis de todo el mundo en la VIII Convención Mundial de Bonsáis celebrada en Japón en abril de 2017.Andrade dice que haciendo bonsáis: “No me siento trabajando. Me siento simplemente viviendo cada momento de mi día. Todo el mundo quiere eso de la vida. Quiero seguir haciendo bonsáis hasta el día en el que pode un bonsái, me vaya a la cama y me muera”. Andrade está ansioso por compartir su pasión por los bonsáis con los demás. Prevé crear academias de bonsáis por todo el mundo en las que los alumnos puedan aprender de una gran variedad de profesores de diferentes especialidades para encontrar sus bonsáis de ensueño.Los aprendices son como parte de la familia de Tanaka en Aichi-en.Andrade realizando una demostración en la VIII Convención Mundial de Bonsáis, celebrada en abril de 2017 en Japón.Antes (izquierda) y después (derecha) de ocho horas de alambrado y poda. Las ramas del bonsái tardarán varios años en alcanzar la forma natural deseada.El maestro de Aichi-en Junichiro Tanaka y Andrade. “Desde el principio me permitió probar muchas cosas”, comenta Andrade. Juan AndradeNació en Santa Ana, Costa Rica. Especializado en biología vegetal en la Universidad de Costa Rica. Aunque vive en su país, viaja por todo el mundo para enseñar y promover el arte del bonsái.© bonsaiempire.com

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