Somos Tomodachi Primavera / Verano de 2017
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28Pavel Io es un joven ruso cautivado por el shakuhachi, una flauta de bambú japonesa clásica. Io escuchó el sonido del shakuhachi por primera vez viendo un documental televisivo cuando era un adolescente. Como tocaba el silbato celta, estaba familiarizado con casi todos los principales instrumentos de viento. Sin embargo, aquel nuevo sonido no se parecía en nada a los que había oído hasta entonces; poseía la elegancia de una flauta y el toque suave de un clarinete. Cuando supo que el sonido procedía de un instrumento llamado shakuhachi, se compró uno por internet sin pensárselo dos veces. Cuanto más aprendía a tocarlo, más le atraía su fascinante sonido. Para espolear aún más su pasión, el creciente interés de los músicos rusos por la música japonesa clásica motivó la celebración de un curso de shakuhachi abierto a todos los públicos en el Conservatorio Estatal Tchaikovsky de Moscú, reconocido como uno de los tres mejores conservatorios del mundo. Pavel se lanzó ante la oportunidad y se apuntó al curso, impartido por un instructor japonés, y luego siguió practicando hasta convertirse en intérprete profesional de shakuhachi en Rusia.Decidido a profundizar su conocimiento del sonido del shakuhachi, en noviembre de 2013 Io se trasladó a Japón, tierra originaria del instrumento. Se asentó en la prefectura de Okayama, cerca del Centro de Formación Internacional de Shakuhachi (Kokusai Shakuhachi Kenshu¯kan) y empezó a estudiar bajo la tutela del célebre Toshimitsu Ishikawa. Desde entonces ha actuado y enseñado su arte por todo Japón. Tres años después de llegar al país, la carrera de Io con el shakuhachi está lejos de terminar. Planea ampliar su gama interpretativa y se ha matriculado para estudiar en la Escuela de Posgrado de Música de la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio a partir de abril de 2017. Su decisión surge de un intenso deseo de seguir profundizando su conocimiento de los clásicos del shakuhachi con la esperanza de ascender a un nuevo nivel como intérprete. “Todo pianista y violinista sabe interpretar los clásicos de la música occidental, como las obras de Beethoven”, explica. “Yo quiero estudiar a fondo las obras clásicas de la música de shakuhachi porque existe una cierta sonoridad que solo puede alcanzarse una vez has dominado los clásicos”.Io sigue tras su objetivo, aspirando a convertirse en un artista del shakuhachi que utilice el poder de su música para unir Rusia, Japón y el mundo entero. “No quiero ser solo un intérprete de shakuhachi, alguien que simplemente toque buena música. Quiero ofrecer mucho más, incluyendo inspiración. La música de una cultura puede inspirar a la de otra; por ejemplo, existe la teoría de que una de las piezas de koto [cítara japonesa] más respetadas, Rokudan no shirabe, compuesta en el siglo XVII, estuvo algo influenciada por el canto gregoriano. Tengo el firme convencimiento de que la música es el mejor puente para superar las fronteras, y me gustaría convertirme en alguien capaz de brindar inspiración atravesando fronteras”. Sonido tradicional para unir culturasSerie: Amigos de JapónTocando el shakuhachi en la Sala Rachmaninoff del Conservatorio Estatal Tchaikovsky de Moscú, en diciembre de 2016.

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