Somos Tomodachi Primavera de 2017
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28Los esfuerzos de una mujer para crear escuelas dan fruto en ÁfricaSayaka Kuriyama, una japonesa que ha trabajado en África durante 10 años, ha creado escuelas en Mozambique y Malaui para huérfanos y otros niños que de otro modo no habrían podido recibir educación por circunstancias familiares como la enfermedad de sus padres o la pobreza.Siendo una veinteañera, Kuriyama trabajaba en una tienda de ropa joven en Shibuya, un distrito de Tokio puntero en moda. En aquella época, recuerda, se iba de fiesta todas las noches y nunca pensaba en su futuro. Pero cuando tenía 25 años, una mujer que había sido su amiga durante 14 años murió de cáncer de mama. Esta pérdida le hizo pensar en el sentido de su vida y comenzó a buscar algo en lo que poder ser útil a los demás.Kuriyama trabajó como voluntaria en hospitales de India y de África, tratando de llevar un poco de alegría a los pacientes. Y al ver que servía para aquello, creció en ella el anhelo de hacer por su cuenta alguna actividad de ayuda en el extranjero. En Mozambique, estuvo en una ciudad donde mucha gente sufría enfermedades y pobreza. Fue allí donde fundó, en 2009, la organización caritativa Achante Mama, con la cual puso manos a la obra. Comenzó por crear una escuela donde ofrecer información médica a las mujeres de familias pobres. Pero mientras la ofrecía, se dio cuenta de que, si informar sobre temas médicos era importante, todavía lo era más dar a los niños la oportunidad de aprender a leer y escribir. Así que organizó también un aula de aprendizaje. Como ella misma explica, “la escuela pasó a tener dos objetivos. Por una parte, enseñar a la gente las causas de las enfermedades y la forma de combatirlas, ya que no solían ir al hospital cuando se ponían enfermos. Por la otra, ofrecer una educación básica a los niños que no podían asistir a la escuela oficial por no estar debidamente registrados o por cualquier otra razón”.Gestionar por sí misma una escuela en un país cuya lengua no conocía demasiado bien no fue nada fácil para Kuriyama. Fue de puerta en puerta hablando con la gente, visitando a los pobres e invitando a las mujeres enfermas y a los niños no escolarizados a frecuentar la escuela Achante Mama. Hoy en día, esta escuela que fue fundada para servir a las mujeres y ampliada después para ser un estupendo lugar de aprendizaje para los niños se ha convertido asimismo en un lugar de trabajo para lugareñas. Entretanto, Kuriyama ha montado otras dos escuelas, una en Mozambique y la otra en Malaui. En total, asisten a sus escuelas 510 niños. La fama de las actividades de Kuriyama ha llegado a Japón a través de Internet y también gracias a los libros que ha escrito. Su desinteresada labor en favor de las mujeres y los niños de África le ha ganado muchos apoyos y ahora casi todo el dinero que necesita para continuar con las actividades de Achante Mama procede de donaciones realizadas por empresas y particulares japoneses. Kuriyama señala que sus escuelas están recibiendo también desde Japón lápices y cuadernos, que son de gran ayuda. “Estos ocho años pasados han sido una sucesión de intentos y rectificaciones”, comenta Kuriyama, “pero ahora la gente es más consciente de que tiene que pasar por un hospital y recibir medicación cuando enferma, y el número de muertes por enfermedad se ha reducido”.Algunos de los niños que aprendieron a leer y escribir en una escuela Achante Mama han pasado a escuelas oficiales, donde están entre los alumnos con mejores calificaciones. Mientras tanto, Kuriyama sigue adelante con su labor: “En la medida en que me sea posible, quiero ayudar a reducir el número de niños que nacen, viven sus cortas vidas y mueren en la pobreza”.Serie: Japoneses que contribuyen en otras partes del mundo

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