Samos Tomodachi Otono de 2016
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29Enamorado de JapónMohamed Omer Abdin es un profesor adjunto con asignación especial en la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio que llegó a Japón desde Sudán en 1998. Oficialmente invidente, Abdin vino a Japón para estudiar acupuntura y moxibustión en una escuela para discapacitados visuales que ofrece cursos de estas disciplinas para estudiantes internacionales.“En aquella época la guerra civil de Sudán se estaba agravando, y la universidad a la que asistía cerró las puertas”, recuerda Abdin. “Pensé en ir a Japón, un país avanzado con una manufactura excelente, para liberarme de mi situación”.Tras completar sus estudios de acupuntura y moxibustión en la Escuela Prefectural de Fukui para Discapacitados Visuales, Abdin estudió procesamiento de la información en la Universidad de Tecnología de Tsukuba, un centro para estudiantes con discapacidades visuales y auditivas.“Aprendí a utilizar el software de lectura de pantalla y eso me dio acceso a un abanico mucho más amplio de información. Consideré que si me quedaba en Japón podría seguir ampliado mis estudios”, comenta.Abdin se matriculó en la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio, donde ha pasado más de una década, con la esperanza de estudiar todas las ramas, desde política hasta literatura. Japón tiene un idioma y un entorno muy distintos de los de Sudán, pero Abdin dice que nunca tuvo ganas de abandonar y volver a su país de origen. “Tuve mucha suerte con las familias que me acogieron en sus casas y los amigos que conocí, por lo que nunca me sentí solo. No puedo ver a las personas, pero puedo sentir su calidez, por ejemplo en el deje relajado y amable del dialecto de Fukui. Y, lo que es más importante: en Japón me ofrecieron un lugar para estudiar y vivir, y se me abrieron nuevas oportunidades”.Abdin decidió asumir nuevos retos en Japón, convirtiéndose en profesor universitario para sacar partido a sus conocimientos. En la actualidad compagina sus investigaciones sobre el conflicto de Sudán con la docencia de política africana y temas relacionados en la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio. Cree que puede aprovechar su perspectiva como persona nacida en una zona en conflicto para educar a los estudiantes japoneses sobre la resolución de conflictos.“El enfrentamiento civil de Sudán no es algo totalmente ajeno a la vida en Japón. Hacer que los jóvenes se interesen por este tema puede influir de forma positiva en nuestro futuro común. En mis clases me esfuerzo para transmitir a los estudiantes una sensación de inmediatez cuando tratan sobre África, aunque sea un lugar tan alejado geográficamente de Japón. Y me encanta que me hagan preguntas que ni yo puedo responder, porque eso demuestra que reflexionan profundamente sobre el contenido de las clases”.En su vida privada Abdin está casado con una mujer que también es de Sudán, con la que tiene tres hijos. “Prepara una sopa de miso buenísima, pero me quedé de piedra cuando la sirvió con pan”, cuenta riendo. Ahora su esposa domina varios platos japoneses, desde el pescado asado hasta las verduras ohitashi al vapor.Vivir en familia ha ayudado a Abdin a sentirse conectado con la sociedad japonesa. “El Japón que me ha brindado tantas oportunidades para progresar durante años se enfrenta ahora a sus propios problemas sociales. Me gustaría contribuir, aunque fuera modestamente, a resolverlos. También quiero ayudar a crear una sociedad en la que las personas con discapacidad puedan explotar al máximo sus capacidades”.El rostro de Abdin se ilumina ante la perspectiva de los papeles que podría desempeñar en Japón en un futuro.

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