Somos Tomodachi Verano de 2018
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Japoneses que contribuyen en todo el mundoEMBAJADORES DEL PAÍS Todavía relativamente desconocido, el café ruandés es el producto de exportación número uno del país y un japonés tiene la intención de compartirlo con el mundo.uanda cuenta con una indus-tria cafetera que abarca más de un siglo. Su elevada altitud, su clima tropical templado en las tierras altas y sus fértiles suelos volcánicos proporcionan un entorno ideal para que la planta prospere, al tiempo que el respaldo del gobierno ha aumentado la calidad de la producción. Sin embargo, los produc-tores no pudieron impulsar la economía e incrementar los salarios, por lo que el gobierno pidió ayuda a Japón.La Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA, por sus siglas en inglés) estudió a los productores para determinar el conocimiento de los están-dares de calidad para cada etapa de la producción: selección, procesamiento, distribución y ventas. Ambos países reforzaron sus vínculos en 2017 con un acuerdo de asociación entre la JICA y la Junta Nacional de Desarrollo de las Exportaciones Agrícolas de Rwanda (NAEB) para elevar el rendimiento de los cultivos, la calidad del café y su comercialización.Al frente del trato se encuentra Yoshiaki “José” Kawashima -conocido como el Cazador de Café por su cono-cimiento y experiencia combinados con una habilidad para descubrir variedades raras y productores con talento alrededor del mundo-. Gobiernos y fundaciones le piden periódicamente que trabaje con los agricultores y les asesore en las técnicas para mejorar la producción.Consideremos Kawashima el puente entre los países consumidores de café y los países productores de café. Su misión personal es “cambiar el mundo a través del café” liderando la producción soste-nible de café. Y señala que todo empieza investigando la historia de la región.“El café ruandés proviene de una variedad introducida en la zona por los misioneros alemanes en 1903 y que se había adaptado bien a las tierras de la pequeña aldea de Mibirizi, en el suroeste de Ruanda”, comenta Kawashima. Y continúa: “Esta variedad tomó final-mente el nombre de Bourbon Mibirizi. Sin embargo, aparentemente una enfer-medad la había extinguido”.Mientras visitaba Mibirizi, un campo de café abandonado detrás de una iglesia llamó la atención de Kawashima. Al examinarlo se dio cuenta de que se trataba de Bourbon Mibirizi, así que recogió las bayas maduras, las tostó y preparó una taza de la olvidada bebida. Se dio cuenta de que había descubierto el tesoro escondido de Ruanda. La riqueza y la complejidad de este café lo hacían diferente a cualquier otro café que había probado.Kawashima había encontrado una nueva misión: devolverle la vida a este café y crear una marca global con este tesoro nacional. Cuando se le pregunta cómo interactuaba con los lugareños, Kawashima sonríe y responde: “Al principio, la comunidad agrícola local no ofrecía mucho apoyo. Japón no es un productor de café, así que, para ellos, no tenía mucho sentido escucharme.”Por su experiencia con las socie-dades agrícolas, sabía que para ganarse su confianza tendría que sudar y trabajar junto a ellas. Con el tiempo forjó un vínculo con la comunidad 22RUANDAJAPÓNEl tesoro oculto de RuandaR

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