Somos Tomodachi Invierno de 2016
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31Lorena Sue Rojas Espinoza, nacida en Perú, trabaja como traductora e intérprete de español en Japón. De pequeña vivió a caballo entre Perú y Japón por el trabajo de su padre. Cuando estudiaba el bachillerato en Japón un conocido le encargó traducir al español una encuesta para pedir la opinión de los vecinos sobre la reforma de una urbanización donde habitaban numerosos extranjeros. Ese fue el primer trabajo de traducción de su vida. También participó como intérprete en la reunión posterior para intercambiar ideas, y se sintió realizada mediando entre los latinoamericanos y los japoneses, de pensamiento y costumbres tan distintos, y ayudándolos a entenderse.El deseo de especializarse en traducción e interpretación la llevó a matricularse en la Universidad de Santiago de Chile, que ofrece estudios en dichas disciplinas. Allí aprendió desde cero sobre la traducción y la interpretación entre cuatro idiomas: inglés, español, portugués y japonés.En la universidad se dio cuenta de que en Perú y Chile había muchas personas interesadas en Japón. “Incluso el dueño de una pequeña panadería de barrio, por ejemplo, estudia japonés en una academia. Los objetos de interés son muy diversos, como el manga, las artes marciales, la historia o la literatura, pero todos los aficionados comparten el deseo de conocer el país más profundamente. Creo que conocer distintas culturas forma parte también de la construcción de su propia personalidad. Me entraron ganas de ampliar las oportunidades de intercambio con Japón, no solo a través de actividades de la universidad y las academias de idiomas, sino también a través de distintas vías culturales.”Después de graduarse en la universidad, Lorena decidió volver a Japón sin pensárselo dos veces, donde comenzó su propia empresa de traducción e interpretación, participando en un amplio rango de proyectos relacionados con el intercambio cultural y otras cuestiones. “Sentí que al volver a Japón tras cinco años en Chile, se habían multiplicado las iniciativas de ayuda a los extranjeros en el país: había más señalización en inglés, se habían asignado intérpretes permanentes en las oficinas de la Administración, las entidades sanitarias, etc., se facilitaban folletos informativos multilingües, etc. Yo también quiero contribuir en esas ayudas”.En adelante Lorena tiene la intención de seguir viviendo en Japón. “Me enamoré de Japón al vivir aquí tres años en la escuela primaria y tres más en el bachillerato. En Japón es donde me siento más relajada. Uno de mis bisabuelos era un inmigrante japonés. Perteneció a la época de la primera oleada migratoria de grupos de japoneses a Latinoamérica, en 1899. Algún día quisiera traducir al español documentos que hablen de aquella época para excavar la historia del intercambio y contribuir a profundizar las relaciones internacionales”. La base para el intercambio es el idioma. Como profesional de los idiomas, Lorena avanza con paso firme para eliminar las barreras lingüísticas y facilitar el entendimiento entre culturas.Promover el entendimiento entre países como profesional de los idiomas

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